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Publicamos un artículo en el medio catalán, Crític, sobre el Modelo de Sostenibilidad del Procomún, un contramodelo para trabajar proyectos que tienen la comunidad y su autoorganización en el centro. Lo hemos traducido al castellano.
La agresividad del capitalismo extractivista ha permeabilizado a todos los estratos de la vida, y ha dado lugar a la emergencia ecológica, la precarización laboral y la amenaza de un colapso sistémico. Una de las vías para contrarrestar este impacto es la creación y fortalecimiento de estructuras comunitarias desde la autoorganización y la autogestión, que permitan sostener a las personas y los ecosistemas con cooperación y solidaridad.
Cuando queremos crear nuevas estructuras comunitarias, nos encontramos sistemáticamente con herramientas y metodologías de fomento del emprendimiento, pensadas desde la perspectiva del mercado capitalista, como el conocido Business Model Canvas [‘lienzo de modelo de negocio ‘], que esquematiza el negocio en una sola hoja con nueve módulos separados entre la parte de los clientes y la de la empresa proveedora. Son herramientas que promueven un modelo económico basado en la maximización del lucro, la competencia entre proyectos, la individualización del trabajo y el crecimiento del consumo, estrategias que no nos sirven, porque son las que conducen al colapso que justamente queremos evitar.
¿Existen otras herramientas conceptuales y metodológicas para trabajar proyectos en los que en el centro se encuentre la comunidad y su autoorganización, en lugar de la transacción y el lucro?
Cuando queremos crear nuevas estructuras comunitarias, nos encontramos con herramientas pensadas desde el mercado capitalista
El modelo de sostenibilidad del procomún, un contramodelo
En la cooperativa integral de consumo y trabajo femProcomuns hemos puesto en práctica el modelo de sostenibilidad del procomún. En Cataluña lo hacemos a través de programas de impulso, formaciones, talleres y sesiones participativas, y el modelo y sus metodologías se han aplicado a decenas de iniciativas existentes para repensarlas, fortalecerlas y profundizar su dimensión comunitaria. También ha servido para facilitar y acompañar la creación y el impulso de nuevos proyectos que buscan responder a las necesidades y retos desde la autoorganización.
El modelo parte de una concepción de la economía como una manera de resolver colectivamente las necesidades de las personas (desde el procomún, pero también fortaleciendo el mercado social solidario y las estructuras públicas para garantizar los derechos fundamentales). Sin obviar que todavía estamos en un entorno capitalista, el modelo rompe con la visión binaria que nos sitúa a uno u otro lado de una frontera entre roles (proveedora/clienta, patrón/trabajador, voluntario/beneficiario) y busca identificar qué papel tiene cada uno en las distintas dimensiones del proyecto.
Por eso se trabaja con cinco dimensiones interconectadas entre sí, que en su representación gráfica se pueden explicar como cinco pilares, con un pilar central con la comunidad y dos ejes cruzados entre el pilar de recursos y el de coproducción, por un lado, y el de compartir y el de cogobernanza, por otra. Es una guía para realizar un diagnóstico del proyecto, para poder evaluar qué dependencias tiene del mercado capitalista y cómo irse liberando para construir prácticas más enfocadas al procomú
Proceso de definición y elaboración del modelo, aportaciones y usos
El modelo se fue elaborando en paralelo a su uso a lo largo del acompañamiento de proyectos, en programas, talleres y cursos, y muy especialmente en el Curso de cooperativismo de plataforma y en la facilitación de cinco ediciones del programa de impulso La Comunificadora, ambos en el contexto de Barcelona Activa (la agencia de promoción económica del Ayuntamiento de Barcelona) y fue aplicado a diferentes proyectos que compartían entre sí sus procesos. El punto de partida fue un modelo de Open Business Model Canvas que la fundación Free Knowledge Institute había ideado para entender proyectos de referencia del conocimiento libre.
Socias de femProcomuns y de la cooperativa LabCoop, con aportaciones clave de otras personas y miembros de proyectos como el grupo de investigación Dimmons, LliureTIC, Coopdevs o Som Mobilitat lo hicieron evolucionar para trabajar los proyectos acompañados.
El modelo permite desarrollar el potencial de las iniciativas según sus contextos y entornos
El resultado es el modelo y materiales visuales y el manual escrito que lo acompañan, publicados con licencias libres y abiertas, entendido como un recurso de apoyo para movilizar un conjunto de herramientas metodológicas, jurídicas y económicas, derivadas de las ciencias sociales, de los procesos de cocreación y de la experiencia acumulada en el espacio de los procomunes durante las últimas décadas. Permiten ir más allá, analizar lo que existe y desarrollar el potencial de las iniciativas en función de sus contextos y entornos. Trabajando conjuntamente con estas herramientas en un mismo territorio o en un mismo ámbito, los actores pueden desplegar nuevas formas de cooperar y gestionar mejor el propósito de sus proyectos.
Transferencia de conocimiento
Desde hace algún tiempo femProcomuns ha comenzado un proceso de transferencia en Cataluña, con Ecosistema Transitando, y fuera de Cataluña con el Grupo de Trabajo Ecosistemas Procomunes, donde participan con Remix the Commons (Francia), Solidarius (Italia), B. A. Balex (Francia) y Projet Collectif (Quebec).
Ecosistema Transitando
En 2022, con financiación de la Generalidad de Cataluña, femProcomuns ha querido poner en la agenda catalana la mirada procomún sobre diferentes aspectos clave de la economía y de la sociedad, a través de Ecosistema Transitando. El proyecto ha consistido en identificar entidades, organizaciones e instituciones con sensibilidades compartidas, a través de un proceso de mapeo y encuestas, y coorganizar ocho sesiones temáticas con ellas.
Hemos visto la energía y las comunidades energéticas locales, en el Espai Tarragona Impulsa, en Tarragona; hemos analizado las metodologías del procomún, en el Ateneu Coma Cros, de Salt; hemos tratado del papel del voluntariado, en Can Fugarolas, de Mataró; hemos hablado del territorio, en el Casal La Llavor, de El Prat de Llobregat; hemos examinado la vivienda, en el Núria Social, de Olot; hemos abordado los cuidados, en la Casa Flors Sirera, en Manresa; la alimentación, en el Espai Pomezia, en Hospitalet de Llobregat, y el agua, en Olesa de Montserrat.
Una cincuentena de proyectos han sido analizados con los lienzos del modelo del procomún en el Ecosistema Transitante
Entre los participantes destacamos uno de cada sector: Solbrai, la comunidad energética de Pinell de Brai; Can Fugarolas, el taller de reparaciones sociales y sostenibles en Mataró; Salvemos la Olla del Rei, plataforma para la defensa de un espacio natural clave para la diversidad de Castelldefels; Can Tonal, de Vallbona, proyecto social y comunitario en el Baix Montseny; Cuidamos Lluçanès, una cooperativa de servicios de atención a las personas; Súper Coopera, el supermercado solidario y cooperativo de Sabadell, y Comunidad Minera Olesana, la cooperativa de suministro de agua de Olesa.
Grupo de Trabajo de Ecosistemas Procomunes
Si la dimensión local es primordial para los proyectos comunitarios, crear redes entre ellos e iniciativas de otros lugares del mundo es clave para hacer posible un cambio sistémico. Desde hace años en femProcomuns hemos tratado de crear redes, buscar sinergias y maneras de hacer en común. Hemos encontrado estos espacios en la confluencia procomún del Foro Social Mundial de las Economías Transformadoras (FSMET) en 2019, el CommonsCamp de Marsella de 2020, los encuentros online de Horizontes Comunes en 2021. Una confluencia que ya era heredera del trabajo realizado en otros entornos, la Asamblea Europea de los Comunes, las Jornadas de Economías Colaborativas Procomunes, que se organizaron desde Dimmons en Barcelona en 2016 y 2017, y otras muchas iniciativas que sería imposible de enumerar.
Ahora, en el marco del Grupo de Trabajo de Ecosistemas Procomunes, se han realizado formaciones internas sobre el modelo de sostenibilidad del procomún, se ha empezado a aplicar en proyectos, y se han realizado talleres en el barrio de La Chapelle (París ).
También se ha hecho una sesión Internacional online el pasado 4 de octubre, donde se presentaron varios proyectos en torno a las metodologías del procomún y un encuentro el 14 y el 15 de noviembre, en Mondeggi, la comunidad de la Toscana (Italia) ) que vincula la experiencia rural de una “granja procomún” con el ecosistema urbano que le rodea.
Modelos de autogestión procomunes, todavía ahora, están siendo cerrados o privatizados
Este proceso no ha terminado: modelos de autogestión procomunes, todavía ahora, están siendo cerrados o privatizados a través de la minería, de la deforestación agrícola o de los gigantes tecnológicos. Pero el procomún, los recursos y los procesos (la riqueza colectiva, de la naturaleza, la infraestructura civil, las obras culturales, las tradiciones, el conocimiento…) están presentes en nuestro entorno, y para preservarlos (desde una perspectiva social y medioambiental), hoy buscamos (como lo hicieron nuestros antepasados) respuestas en la autoorganización de la gente, en el asociacionismo y en la revitalización y reinvención del cooperativismo, como lo que propone el cooperativismo abierto.
Cambiar herramientas para cambiar el estado de las cosas
Decía la activista por los derechos civiles Audre Lorde que “las herramientas del patrón no desmontarán la casa del patrón”. Esta afirmación, que es válida para muchos contextos (herramientas organizativas, herramientas tecnológicas, herramientas económicas…), también lo es para las herramientas metodológicas que utilizamos para pensar y repensar los proyectos transformadores. El movimiento hacker nos ha enseñado a apropiarnos y subvertir las “herramientas del patrón”. Pero, para ello, debemos entender bien cómo funcionan como modeladoras socioeconómicas y darle la vuelta para obtener otros modelos.
El modelo de sostenibilidad del procomún es una contribución para hacer esto posible. Un esfuerzo por tener herramientas alternativas y también por dejarlas abiertas y transformarlas, si es necesario, a través de la prueba-error o de su aplicación a diferentes contextos. No es una herramienta única, sino complementaria de otras herramientas que desde las prácticas comunitarias transformadoras se están proponiendo.