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Corren tiempos extraños, en que cualquier texto o imagen puede ser sospechosamente perfecta y encajar a la medida deseada en el lugar y momento adecuados, gracias a la “inteligencia” sintética de herramientas como ChatGTP y similares. Parásitos estadísticos ultrarrápidos, de eficiencia imbatible, sobrealimentados con todo el contenido cultural del pasado y del presente que hemos ido digitalizando. Desde Wikipedia, desde colecciones y archivos online, desde cada foro y cada diario online y cada blog. Lo explican muy bien David M. Berry y James Stockman en el artículo (de acceso abierto) Schumacher in the age of generative AI: Towards a new critique of technology, donde proponen el concepto de nuevas “patologías del conocimiento” derivadas del uso y el abuso de la IA. Allí citan lo que argumenta la artista Annie Dorsen: cómo dichas herramientas “representan la captura corporativa total de la imaginación, la más íntima e impredecible parte de la mente humana”.
Para Dorsen, a su vez, la denominada IA generativa no supone tanto un peligro o amenaza para las y los artistas, quienes pueden seguir con la libertad de las técnicas combinatorias (y perder pronto interés en algo que toma las decisiones creativas por su cuenta), sino más bien para el resto de la sociedad, cuando recurrimos rutinariamente a esos nuevos servicios (en datacenters cada vez más sedientos de agua) a la hora de crear, de producir, de imaginar. Y entonces se (re)genera normalmente lo predecible, lo uniforme, lo banal. Y es algo que está sucediendo (ya, ahora mismo) a una escala y velocidad que hace temer, como reflexiona Andrew Perfors en torno a los procesos creativos, por el colapso mismo de los significados, la artificialidad del aprendizaje, la antesala de los autoritarismos.
Desde la constelación de activismos culturales y voluntades letraheridas del proyecto pliegOS.net (parte de la familia cooperativa femProcomuns) llevamos años suscribiendo, colaborando y promoviendo la romántica idea de que el papel no solo lo aguanta todo, sino que los folios impresos (los libritos en este caso, la literatura de cordel, los fanzines, etc.) son y serán el mejor soporte para hacer de la escritura y la lectura algo nuevamente auténtico, y divertido, en esta época liminal de desmadres digitales.
Porque está demostrado empíricamente que leer en papel es más inmersivo y enriquecedor que hacerlo en pantalla, así como las cualidades táctiles únicas de escribir a mano o con máquina de escribir, en una antigua y fértil conexión síncrona con nuestra mente. Así que siguiendo con nuestras ganas de publicar y de experimentar, y de desarrollar herramientas abiertas útiles para ese propósito, tres de nosotros nos embarcamos hace unos días en una furgoneta-impresora de fanzines estilo “chapbook” para participar en el festival re:publica 2024 en Berlín, una conferencia que desde 2007 aborda temas clave de política, medios y sociedad digital.
Nuestra propuesta de co-creación participativa (“Chapbooks against the Machine >> On spot co-created zines“) está inspirada en experiencias previas en que acomodamos la producción editorial “do-it-yourself” al espacio público y al formato de feria, atrayendo a la gente que pasa y siente curiosidad por “lo retro” y lo analógico y lo tangible. Lo que se puede tocar con las manos, lo que se puede escribir e imprimir al momento. Para ello plantamos dos máquinas de escribir Olivetti en una mesa, incitando a la escritura automática, y en otra todo lo necesario para armar collages e ilustraciones sobre papel con diferentes técnicas. En una tercera mesa, a modo de señuelo , ejemplares de una colección de antiguas revistas de Patufet, junto a muestras de la amplia producción de pliegos de literatura diversa que llevamos a cuestas (y cuyas copias digitales atesoramos con cariño): cuentos ilustrados por niños, manuales prácticos, blogposts en papel, diarios de campo, libritos-postal y un largo surtido de nuestras experimentaciones fanzineras hasta la fecha, entre lo actual y lo clásico.
El principal objetivo (conseguido!) era que cada uno de los tres días de re:publica pudiéramos recopilar contribuciones de personas que se acercaran hasta nuestro peculiar “stand”. Decidiendo el tema sobre la marcha al inicio de cada jornada, de ese modo, el primer día produjimos con más gente un fanzine-pliego que seguía el lema de este año (I care about… / I don’t care about…); el segundo día recopilamos reacciones a las posibilidades y las amenazas de la IA en la producción musical (que por el volumen de aportaciones implicó publicar un número doble); y finalmente el tercer y último día, sobre el conflicto (o mejor dicho la guerra) en Palestina, tan presente masacres como las de Rafah (un tema como diluido, incómodo en el ambiente del festival).
Buscando así voces anónimas (la mayoría), ganas de compartir (contagiosas) y de escribir a ver qué tal (ni tan mal), logramos no solo tres “sprints” editoriales para armar y difundir al momento los correspondientes fanzines, sino nuestro (segundo) objetivo de activar más conversaciones y contactos interesados en las posibilidades nuestro laboratorio móvil de lecto-escritura situada (cuyo relato de viaje también tiene su propio pliego, claro) Gente que pasaba, se interesaba, participaba y al día siguiente traía a más gente, en un boca-oreja sobre unos tipos hiperactivos (lo dimos todo!) en una furgo-impresora para escribir y publicar al momento desde un rincón remoto de la conferencia.
Pero tal vez lo que más destacaría de esta nueva iteración experimental del proyecto pliegOS, rodeadas como estuvimos de infinitud de gurús, charlas y proyectos “hype” (sobre la última tecnología digital, las posibilidades de la AI para esto y para aquello, nuevas herramientas y apps, etc.; aunque también había rincones para el artivismo open source, culturas de economía solidaria, voluntariado social), fue comprobar de primera mano la atracción renovada de, por y hacia lo analógico. Lo imperfecto, lo auténtico. La fascinación y complicidad hacia aquello que se puede escribir y leer “en local”, como si se tratara de un divertimento de ofuscación para pasar bajo los radares extractivistas que están regurgitando todo en servidores remotos.
Eso sí, pecamos de ambición y nos quedó en el tintero llevar a cabo un par de experimentos para editar la transcripción automática de audio (desde una compu no conectada a la red), y varias mejoras y avances en el código fantasmal-script que late bajo la Pliego-Maker (aquí un resumen de su estado de desarrollo actual). También tenemos pendiente experimentar más con el formato para enviar pliegos frescos por correo postal (esa infraestructura de comunicación tan pausada como infrautilizada). Por suerte, para eso y alguna cosa más, en breve tendremos otra oportunidad en una nueva estación-impresora a finales de Julio, durante el congreso EASA en Barcelona (Doing and Undoing with Anthropology). Ah, y unos días antes contribuyendo para aprender junto a más gente fanzinera y experimentadora en la aventura La ciudad de las sombras Etnografiar la habitabilidad urbana en tiempos de mutación climática.