This post is also available in: Català (Catalán) English (Inglés)
A menudo usamos el término soberanía tecnológica cuando hablamos de tecnoética, de software libre, o cuando explicamos proyectos como CommonsCloud o el programa de transición #pegaElSalto. Es un término que suena familiar y parece próximo a los principios de la Economía Social y Solidaria y el cooperativismo. Pero ¿qué quiere decir exactamente?
Según el diccionario, la soberanía es la “cualidad del poder político de un estado o un organismo que no está sometido a ningún otro poder”. Ser soberanos quiere decir por tanto tener la capacidad de gobernarnos. Por lo tanto, cuando decimos que una organización o un estado disfrutan de soberanía tecnológica estamos diciendo que no dependen de terceros para hacer uso de la tecnología. Aunque se puede aplicar de forma general, este concepto se usa habitualmente en referencia a las tecnologías de la información.
En este ámbito estamos muy acostumbradas a la dependencia tecnológica, es decir, a no ser soberanas ni como personas, ni como organizaciones, ni como naciones o estados. Esta dependencia se manifiesta de muchas maneras, respecto a otros territorios y respecto a empresas privadas, pero merece la pena que mencionemos algunos ejemplos:
Empecemos por el software. A menudo usamos aplicaciones en nuestros dispositivos o servicios de Internet sobre los que no tenemos ningún control. No los podemos estudiar, no los podemos modificar, y no los podemos auditar para asegurarnos de que hacen lo que dicen que hacen y solo lo que dicen que hacen. Por ejemplo, un sistema de mensajería instantánea como WhatsApp podría reenviar copias de nuestros mensajes a un tercero. O servicios como Facebook o Twitter pueden crear perfiles de sus usuarios a partir de su información personal para ajustar la publicidad que nos enseñan o para manipular nuestra opinión sobre un tema en concreto, priorizando o filtrando la información que nos muestran. Cualquiera de estos servicios podría tener “puertas traseras” para que las agencias de inteligencia puedan espiar las comunicaciones privadas de las personas usuarias.
Esta dependencia se puede romper usando aplicaciones de software libre, que pueden ser estudiadas y modificadas por personas de nuestra organización o por terceros. También necesitamos leyes que regulen el uso de los datos personales, para evitar que se puedan usar sin nuestro consentimiento. Finalmente, podemos buscar proveedores de servicios que sean de proximidad y que nos permitan participar no solo como consumidores sino como miembros de un colectivo. Este es el caso de iniciativas como CommonsCloud y Meet.coop.
Otro ámbito de dependencia tecnológica es el de las infraestructuras de telecomunicaciones, que están en manos de unas pocas empresas privadas con un gran poder sobre la información que circula por ellas. Muchos estados han puesto en marcha proyectos de cableado con fibra óptica pública para intentar recuperar esta soberanía, y hay proyectos comunitarios como Guifi.net que tienen un gran potencial para dotarnos de infraestructuras mancomunadas que no puedan ser controladas por unos pocos. En el GAC XOIC de femProcomuns trabajamos con un modelo pareciendo de red mancomunada, en este caso para dotarnos de una infraestructura para Internet de las Cosas.
Finalmente, también hay dependencia tecnológica respecto al hardware, desde los teléfonos móviles hasta los servidores de internet. Uno de los grandes problemas de esta dependencia es la seguridad, puesto que cualquiera con acceso privilegiado al hardware puede acceder potencialmente a la información del dispositivo.
Desde principios del SXXI ha crecido en importancia el movimiento del hardware libre, que distribuye los diseños del hardware bajo licencias abiertas inspiradas en las del software libre. Proyectos como Arduino y RepRap son buenos ejemplos. El uso de componentes estandarizados, libres de licencias o patentes, haría posible una industria informática y electrónica más eficiente y segura, y ayudaría a garantizar el derecho de los consumidores a reparar sus dispositivos.
Estos son solo algunos ejemplos de dependencia tecnológica y de iniciativas para combatirla y recuperar la soberanía. Si conocéis más nos las podéis explicar en coop@femprocomuns.coop.
Este artículo está basado en una conversación con Cinto Niqui en el programa L’Altra Ràdio de Ràdio4, el 22/06/2022 (en catalán). Podéis descargar el programa aquí, encontraréis nuestra intervención hacia el minuto 27.
La imagen que acompaña al texto incluye el símbolo visual de algunos de los proyectos mencionados junto con el del Congreso de Soberanía Tecnológica Sobtec que se ha celebrado durante varios años en Barcelona.