Para que no perdamos la esperanza, salimos a la calle a luchar por una vida mejor. Para que no perdamos la esperanza, creamos movimientos sociales para revertir las políticas económicas y sociales que precarizan la vida.
Para que nuestra esperanza no puede esperar, levantamos alternativas económicas, sociales, políticas y culturales que posibilitan la esperanza de los que llegan y concretan la esperanza de los que se van.
Porqué nuestra esperanza no puede esperar, llamamos a sumar la fuerza social necesaria para poner fin a un sistema económico que destruye el futuro y violenta el presente.
Las últimas semanas, miles de personas han salido a la calle por la libertad de expresión y contra el autoritarismo de un sistema político y judicial que ampara monarcas corruptos y aprisiona raperos, que promueve el ascenso de la extrema derecha y criminaliza las propuestas de cambio social.
Miles de personas han expresado el malestar que provoca un sistema económico desigual, donde las grandes fortunas se enriquecen y las grandes mayorías cargan la crisis a la espalda. Sufrimos la pandemia de la desigualdad, de la pobreza, del desempleo, de la falta de recursos que permitan una vida digna. Sufrimos la pandemia del machismo, del racismo y la xenofobia, de un estado que encarcela inocentes en los CIE y se niega a reconocer el derecho a los derechos de millones de catalanes. Sufrimos la pandemia de la falta de democracia, donde gobiernos, jueces y tribunales se encargan de impedir que los derechos sean efectivos: del derecho a la autodeterminación al acceso a la vivienda; de la libertad de expresión al derecho a no pasar frío. Esta es la violencia que sufrimos la mayoría.
En este contexto, las respuestas políticas y mediáticas se han orientado a la criminalización y la represión, obviando las causas del malestar social. Han silenciado la vida de las personas tras las imágenes vacías de contenedores quemados. Ante la criminalidad cotidiana de un capitalismo que desahucia y empobrece, los poderosos han pretendido inocular el miedo para bloquear toda propuesta de cambio social.
Por eso cuando determinadas organizaciones empresariales “se plantan” para pedir el fin de los disturbios, los de abajo – los que no somos ricos- nos plantamos para exigir el fin de un sistema económico que roba el futuro a la juventud y condena el presente de las trabajadoras a la precariedad.
Nos plantamos para exigir que todos los recursos se destinen a mejorar la vida de las personas y no a reflotar un sistema económico fracasado. Exigimos la redistribución radical de la riqueza, la supresión de los desahucios y de la pobreza energética, poder decidir nuestro futuro como pueblo, el fin de la represión a los pobres y el fin de la impunidad para los ricos.
Porque nuestra esperanza ya no puede esperar, nos comprometemos a levantar la fuerza social necesaria para transformar el orden actual de las cosas. Para garantizar las libertades políticas colectivas y poner la economía al servicio de las personas. Para afrontar la crisis económica y social construyendo un modelo económico justo, equitativo y que no destruya el planeta. Para detener la violencia del sistema económico y político contra las mayorías sociales. Para construir un poder social que debilite a los fuertes y fortalezca a los débiles.
Porqué nuestra esperanza no puede esperar, proponemos una gran alianza colectiva que fuerce un cambio de políticas económicas y sociales al servicio de la vida digna de todas y todos.
Adhesiones